Anoche, tomando una ducha caliente, pensé en la semana que termina, y me sentí tan afortunada. En estos días comparto gran parte del tiempo con amigos. Entendiendo su situación, compartiendo ideas, planeando luchas, escuchando…
Hablamos de la diversidad generacional; esto me ha llegado profundo, y tengo interés por reflexionar qué podemos hacer en distintos entornos con los profesionales de mayor edad, con tanto valor, ¿con tanto coste?
Como estoy trabajando un una posición (esto es argot, significa buscar un ejecutivo) en Rusia, me da por comentar con una amiga que viaja a Moscú con mucha frecuencia (un par de veces al mes!) cuáles son las diferencias (si las hay) de personalidad entre quienes maduraron en un entorno comunista y nosotros. Hablamos del miedo, sensación de muchas personas que vivieron en dichos entornos. Aquí también tenemos ahora mucho miedo: a perder el trabajo, a perder la estabilidad económica. Y hay quién está “enfadado” con la realidad.
No sirve de nada estar de mal humor continuo, enfadado, preocupado, hundido, tener miedo. La realidad está ahí. Lo que nos queda en entenderla, aceptarla, manejarla… evolucionarla quizá, dentro del alcance de cada uno.
Ente estos amigos con quienes comparto las horas, están los que son nuevos, casi de relación exclusivamente laboral. Poco a poco evolucionando a lo personal. Suele ser un placer. Ir despacio, conociéndose, ganando en confianza. Otros son amigos de años; como bien dicen, comparto aspectos, ámbitos distintos con unos y con otros.
Entre todos, siento mucho calor; me dan ideas, me enseñan, creen en mí, me escuchan y me cuentan. ¡Cómo me repito!
Y aunque mis ingresos –como los de muchos- son menos generosos que en etapas anteriores, me siento tan feliz. Me pregunto si será el agua caliente de la ducha. O quizás, que cambiamos valores. Yo no tengo miedo a perder. Y lo que más me reconforta son las personas. O bien es un cambio de valores, o la edad.
Y ahí pienso en cómo devolver, cómo construir, cómo participar. En mi entorno directo, a la sociedad, a mi país. Todavía no lo sé. Pero me comprometo a estar ahí, a seguir ahí. Y este es parte de ello. Lo de escribir, comunicar. O bien es una necesidad de exponerse, tipo Gran Hermano (por Dios, ¿soy exhibicionista?), o bien es el deseo de devolver.