Melocotón
Llego a este verano sin arrugas en el corazón. Me siento tersa, como la piel de los melocotones cálidos de estas breves semanas.
Mirando atrás, al año que pasó, recuerdo el difícil inicio del otoño, en el que la realidad económica nos forzó a un cambio de emblema, de patrocinio o de compañía, con la inseguridad que produce. Recuerdo las mañanas en que, tras el desayuno, me planteaba cómo gestionar la indefinición de no saber cómo continuaría el negocio al día siguiente. Como bien dicen, todo final es el inicio de algo, y muchas veces es para bien. La verdad que en este caso lo siento así. Hay empujones que nos ayudan a madurar y mejorar. No es solo suerte, sino la rápida decisión de cómo actuar.
De lo aprendido estos meses, lo que más valoro, es mi regresión a la infancia. Me explico: el descubrir cuánto me sirve ser capaz de vivir y disfrutar el presente. Como los niños. Los inocentes, no penséis en los adolescentes, que son otra especie. Los enanos de 6 o 7 años, son, en general, tan felices. El pasado ni lo recuerdan. El futuro no saben qué es. Disfrutan de cada momento con intensidad y placer. En muchos ratos en mi jornada, me concentro sólo en el presente. Sin entrar a valorar o recordar el pasado, sin preocuparme demasiado por lo que está por venir. Lo justo. La verdad que me siento más ligera, más feliz. ¿lo habéis probado?
Esa tranquilidad de espíritu, me ayuda también a mejorar cómo me relaciono con los demás. Me doy tiempo a pensar, en cada comunicación, cómo me están percibiendo. Si soy demasiado brusca, si me sienten lejana, fría, o informal, por encima o por debajo del otro. Y me ajusto a lo que nos convenga, con actitud conciliadora, cariñosa, (me resulta inevitable), positiva.
Lo siguiente que aprendí en estos meses es a insistir. Creo que no había recibido tantos “noes” en mi vida. Clientes a quienes no interesan mis servicios, personas que no quieren o no tienen tiempo de recibirme, compañías que no tienen oportunidades para mí. ¡Ya soy inmune! Soy y estoy inmunizada a la negación. Y tengo confianza en que el esfuerzo, la pasión y la dirección apropiada dan sus frutos.
Y ahí voy. Con el foco en mi diferenciación, entendiendo qué soy y qué ofrezco. Con actitud y temperamento positivos y apasionados en lo que hago. Sintiéndome muy muy rica por todas las personas a quiénes conocí en este año, y con quienes he compartido y disfruto de mucho, o poco, en común. A los de siempre, ya sabéis cuánto os agradezco.
Una de mis mejores y queridas amigas, me dijo en una cena reciente de verano, al calor de la noche, que soy el pegamento del grupo. Tal cual. Me llegó al corazón. No porque me apasione sentir que a alguien le guste “esnifarme”, o que creo adicción como la cola de los empapeladores. Sino porque me sentí el “nexo” de unión, que facilita que personas a quienes quiero o aprecio se encuentren y compartan.
Como broche de este verano, dejo aquí el compromiso que estoy asumiendo, de escribir una novela. Proyecto vital que estoy iniciando, y espero compartir en un tiempo.
Me voy a disfrutar del verano, de las vacaciones, con la misma intensidad que devoro los melocotones, mi fruta preferida. A mordiscos, sin siquiera pelarlos, paladeando el sabor dulce, cálido, jugoso y aromático. Igual que hacía en mi infancia. Viviendo y disfrutando el presente.
http://puripaniagua.com/melocoton-llego-este-verano-sin-arrugas/