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Archivos para septiembre 2014

Raíces y alas

23 septiembre, 2014 Deja un comentario

Raíces
y alas 
Hace unos meses, el
periodista Pedro Simón publicó en su blog (en El Mundo) un artículo que me
conmovió. El tipo escribe bien, y, como la mayoría, lo “borda” cuando canta
desde las tripas. No hay color entre una columna hablando de política –como me
aburre- o hablando de vivencias y sentimientos.
Ese artículo es una “oda” a
la paternidad, al caos, al desorden, al sacrificio que implica criar y educar
hijos. Es una “queja”, sabiendo que en algún momento echará de menos ese
“perfecto desorden” que generan los enanos en el hogar. Que cuando pueda
tomarse una cerveza tranquilo en el sofá, sin gritos, demandas o rebeliones, se
sentirá mal.
Y recuerda a su abuela, quién
le transmitió que el mejor legado que un padre o madre puede dar a sus hijos,
son raíces y alas. Qué sencillo y a la vez profundo. Esforzarse en compartir
una ética, unos valores, acompañarles en el proceso de empezar a razonar, de
dudar, equivocarse, decidir… para que vayan creando su marco de referencia; y
ahí, en un momento, aunque tú crees que sus alas de Ícaro no van a soportar la
temperatura del sol, hay que dejarles volar.
Dédalo advirtió a Ícaro que
no volase demasiado alto, porque el calor del sol derretiría la cera que mantenía
unidas las alas. Le advirtió también que no volase demasiado bajo porque la
espuma del mar mojaría las alas y no podría volar. Pero ellos tienen que
probar.
Su vuelo te genera una
inmensa soledad, pero es tu obligación, y mal si perpetúas el vínculo demasiado
tiempo, si proteges en exceso.
Le mandé el artículo de Simón
a mi querida amiga M., que estos días llora por los rincones el vuelo de su
hija que ha saltado el charco para emprender una nueva etapa en una universidad
americana. Me dice que echa de menos el beso de las noches, el abrazo de las
mañanas.
Hay tantas ocasiones en que
sentimos un vacío negro. Otra de mis queridas amigas A., me cuenta que decidió
este veranito dejar a su marido, por esa eterna e inmensa soledad que sentía a
su lado. Ahí, no sé qué decirle… o bien no le quería, o bien el hueco está
dentro de ella, perenne, sutil, esperando la ocasión. No hay minutos en el
mundo que nos den para cerrar esa conversación. Quizás es una crisis absurda en
el momento inadecuado. Qué sé yo.
Hay sensaciones muy físicas,
como el dolor, y otras puramente emocionales. Ante el dolor de las células, no
te queda otra que buscar cómo curarlo y tirar adelante. Es relativamente más
fácil.
El dolor emocional responde a
una infinidad de preguntas no respondidas, no entendidas, no resueltas. A
miedos. A inseguridades. A deseos u objetivos no conseguidos.
El padre o madre tiene miedo
de lo que le puede pasar a su hijo sin su protección. Pero hay que confiar en
su capacidad de razonamiento, y entender que tiene que caerse alguna vez para
aprender. Igual que hicimos nosotros.
A mi otra querida amiga, la que
se ha liado la manta a la cabeza dejando marido e hijos atrás, no sé cómo darle
calor. Yo veo un afán de perfección, de “nunca tengo o soy suficiente”, una
incapacidad de valorar todo lo que tiene. Ella me dice que soy conformista. Por
Dios, si yo soy una rebelde sin causa.
Y no sé a dónde quiere volar,
qué quiere ser. Y me pregunto, en qué momento empieza a generarse ese vacío,
esa lejanía, entre dos que hace mucho se quisieron con pasión y devoción. Una
rutina llena de diferencias de criterios puede tener mucho que ver. Quizás,
también la pareja tiene que crear raíces, y a la vez dar alas. Generar
cercanías, que cimientan el amor, y dar espacio –alas- para que cada uno
experimente, y desee volver. Paciencia, generosidad y sabiduría.

Sobre mí

Corazón compartido entre Cataluña, por nacimiento y Madrid por adopción. Consultora de profesión, en tecnología y en personas, buen mix. Actualmente, soy socio en Pedersen&Partners Más sobre mí

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