En física, se denomina salto cuántico a la transición entre niveles de distinta energía. Más o menos, algo recuerdo. La palabra transición, implica un cambio de modo de ser o estar.
Hace unos días, mi amigo Vicente ha presentado su libro “El Misterio de Reinventarse”, fruto de su experiencia de transmudar de una multinacional -25 años en Telefónica- a “knowmad”, profesor y consultor.
Me encanta el libro. Creo que refleja una experiencia que muchos hemos vivido, aporta una estrategia de cambio -que debería ser continuo-, y proporciona contenido, pistas, ideas, de cómo controlar la evolución de tu carrera profesional, o bien de cómo reinventarte. Es un libro práctico, fácil, generoso.
Tal como cuenta Vicente, nuestra generación empezó carrera profesional buscando la empresa “dorada”, en la que desarrollarse. La coyuntura económica, la velocidad y profundidad de los cambios tecnológicos y de negocio han impactado en los sectores y han abocado a muchos profesionales entre los 40 y 50 años a salir al mercado y buscar una alternativa.
Ese momento, suele vivirse con ansiedad, a veces resentimiento, vértigo.
El libro relata el camino de la “reinvención” alrededor de diez principios, cinco de los cuáles deben aplicarse antes del cambio, y los siguientes una vez lo has dado.
El primer principio comenta que no debes dejar el control total de tu desarrollo profesional a tu empresa. Vamos, ni total ni parcial. Es responsabilidad de cada individuo manejar su trayectoria. Ser responsable de qué roles vas desempeñando, siempre pensando en si dichos roles son coherentes, si tienen valor a medio plazo en el mercado. Uno debe tener claro si pretende estar en un rol especialista, en Comité de Dirección, en rol internacional, y dirigir los pasos a su fin.
El segundo principio expresa la relevancia de tener curiosidad, no dejar de aprender. Yo suelo decir “el que se aclimata se aclimuere”. Vicente incluye en el capítulo cantidad de vías donde uno puede formarse, aprender, desarrollarse. Actualmente, la cultura, la formación son accesibles y viables. Siempre debes encontrar tiempo para avanzar en aspectos complementarios a tu bagage inicial, que tengan sentido en tu carrera.
En el tercer principio nos habla de la relevancia de las relaciones humanas. Mucho que matizar. Hay quién se dedica simplemente a trabajar, conseguir resultados, pero no tiene empatía suficiente para “hacer amigos”; ni su jefe, ni sus compañeros, ni su equipo. Ya ni te cuento fuera de la empresa. La red de amigos / conocidos que vas tejiendo a lo largo de tu vida, te protege cuando lo necesitas. Es una señal de madurez y de empatía que un profesional tenga una buena red. Variada, sólida, generosa.
Uno de mis favoritos -será porque me menciona- es el cuarto principio, el de Sé persona y no personaje. Suelo contar, que mi padre – que a sus 80 años sigue hablando una mezcla de catalán y español exclusiva- suele preguntar a las chicas jóvenes que va conociendo ¿eres casada? Y cuando le oigo, le asevero que se dice “estar casado” y no “ser casado”. El estado civil -como el rol que uno desempeña en una empresa- no son atributos estructurales. Claro que él sigue creyendo que sí lo son.
Uno no es “director general” o no es “socio”…etc. Uno es persona, con un valor humano y un contenido profesional.
Cuando sales de la multinacional, y te quedas sin tarjeta de visita con letras doradas, emprendes el camino de dejar atrás el personaje, de comprender y explicar quién eres tu.
Es vital que tengas una visión realista de tus fortalezas, tus debilidades, de qué te gusta hacer y qué detestas.
Igual empezaste por casualidad en Finanzas pero te gustan las Operaciones, o el área Comercial.
Uno debe saber su perfil, qué hace bien de forma innata. Eso, es en lo que vas a destacar, y lo que te hace más feliz. En mi caso, que soy claramente social, relacional, comercial, pero menos “operativa”, me despierto contenta cuando tengo un día repleto de entrevistas. Me levanto con menos energía cuando me espera una jornada con trabajo de detalle, informes rigurosos.
Hay profesionales a quiénes les cuesta saber qué les gusta, qué hacen muy bien. Obvio, es importante que tu pasión sea algo útil. Quizás quieras dedicarte al estudio del caracol del sur, pero ciertas actividades no tienen demanda.
Del resto de principios -por no hacer un spoiler integral del libro- destaco el noveno, el buscar apoyos. Hay que saber pedir. No todo el mundo quiere, sabe o puede hacer favores, pero la mayoría sí. Si eres capaz de expresarle a alguien tu “valor” (tu “elevator pitch”), y pedirle un contacto, una información, que sean concretos y viables, lo hará sin duda.
Si sientes apuro por pedir, piensa en el “favor” que le estás haciendo al de enfrente, permitiendo que haga algo por ti. El orgullo no da de comer.
Vicente, que es un tipo generoso, nos invita a compartir el aprendizaje que vamos adquiriendo en el camino. Así lo hago.
Los beneficios del libro se donarán a Cáritas.